Mi Escuela. Cap. I
Creo que una de las cosas que me han permitido a lo largo de la vida ir mejorando mis fallas y errores, fue, sin lugar a dudas, mis fracasos; esas desilusiones amorosas que me dijeron que no siempre es bueno brindar tú todo, ¡eso jode!, el idealizar demasiado a una persona, olvidarnos incluso de nosotros mismos y aferrarnos a personas sin suponer lo que ocasionará eso al acabarse todo (apego emocional). Entendí que ser “tóxico” no es un halago, un chiste o motivo de orgullo como para llevarlo estampado incluso en el pecho, que la toxicidad conductual cansa, agota mentalmente y roba tú brillo, ¡destruye!. Logre aprender que nada es eterno, solo el amor de Dios por el mundo, todo lo demás tiene límites, todo acaba o terminará en algún momento por lo que es necesario preocuparnos más por disfrutar de cada día, cada momento, cada orgasmo, cada aprendizaje que de cuanto va a durar todo. Aprendí a no arrepentirme por aquello que alguna vez sacó una sonrisa de mi y mil emociones de placer. Ap